martes, enero 24, 2006

Para Enamorar III

Para enamorar, además de las películas tenemos la posibilidad de intentarlo con un poema y sobretodo de alguién conocido, afamado y aplaudido. Evitar las rimas ñoñas, vacías y sin sentido en el caso de hacerlo uno mismo, sólo con la finalidad de que suenen bien.

Quizás el amor, la atracción, empieza en muchas ocasiones por una sonrisa, pero un alágrima, una tristeza compartida crea un vínculo mayor donde podemos construir una relación desde nuestra intimidad más pura. El aire de meláncolia es un preámbulo especial para la alegria, y al final nos sentimos mejor al reconocer nuestra debilidad con otras personas.

Por eso aprovecho para insertar del Romacero Gitano de Lorca, El Romance de la Pena Negra.

Las piquetas de los gallos
cavan buscando la aurora,
cuando por el monte oscuro
baja Soledad Montoya.

Cobre amarillo, su carne
huele a caballo y a sombra.
Yunques ahumados sus pechos,
gimen canciones redondas.
-Soledad, ¿Por quien preguntas
sin compañía y a estas horas?
-Pregunte por quien pregunte,
dime: ¿a ti quése te importa?
Vengo a buscar lo que busco,
mi alegría y mi persona.
-Soledad de mis pesares,
caballo que se desboca
al fin encuentra la mar
y se lo tragan las olas.
-No me recuerdes el mar
que la pena negra brota
en las tierras de la aceituna
bajo el rumor de las hojas.
-¡Soledad, qué pena tienes!
¡Qué pena tan lastimosa!
Lloras zumo de limón
agrio de espera y de boca.
-¡Qué pena tan grande! Corro
mi casa como una loca,
mis dos trenzas por el suelo,
de la cocina a la alcoba.
¡Qué pena! Me estoy poniendo
de azabache carne y roja.
¡Ay, mis camisas de hilo!
¡Ay, mis muslos de amapola!
-Soledad, lava tu cuerpo
con agua de alondras,
y deja tu corazón en paz,
Soledad Montoya.

Por abajo canta el río:
volante de cielo y hojas.
Con flores de calabaza
la nueva luz se corona.
¡Oh! pena de los gitanos!
Pena limpia y siempre sola.
¡Oh! pena de cauce oculto
y madrugada remota!


Bueno no quiero despedirme con tanta tristeza y tambíén de Lorca de sus Poemas sueltos, y nos invoca a una mirada a nuestro interior.

LUZ

Es la mágica hora sentida del ocaso.
El monte se desangra. La luz es rubia. Yo
marcho por el sendero con aire de fracaso,
apagada la frente y rojo el corazón.

El poeta es la sombra luminosa que marcha
pretendiendo enlazar a los hombres con Dios,
sin notar que el azul es un Sueño que vive
y la Tierra otro sueño que hace tiempo murió.

El azul que miramos tiene la gran tristeza
de no presentir nunca donde su fin está,
y Dios es la tristeza suprema e imposible
pues su porqué profundo tampoco puede hablar.

El secreto de todo no existe. Las estrellas
son almas que al misterio quisieron escalar.
La esencia del misterio las hizo luz de piedra,
pero no consiguieron internarse en su Paz.


Desde Venezia con amore.

Il Moro.

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