10.000 metros de altura y Francia allí abajo

Este post lo colgaré cuando llegue a casa…pero ahora mismo lo estoy escribiendo en el Iberia 3458 Bruselas –Madrid, son las 17.00 y el sol entra por la ventana…Ramón mi compañero de viaje está durmiendo, se lo merece!!! Después de anoche…
La verdad es que no sé de que voy a escribir…os preguntaréis entonces porqué leches lo estoy haciendo…escribo porqué
1) Aunque tengo sueño, soy incapaz de dormir en los aviones
2) Ya he terminado los sudokus del universal
3) Por estar en una fila de en medio no hemos tenido suerte con los periódicos…
4) Y Porqué me apetece….
Ahora que estamos en la vertical de Francia, me gustaría contaros una historia sobre el Sr. Tomochu (cuando el Sr. Tomochu era muy joven), y que le ocurrió después de visitar el taller de Jane Allaire, nuestra gran amiga artista y propietaria del café Camomille en Evreux…Jane gracias por compartir tu talento y tu amistad…y porque seguro que sonreirás al leer esto…
Cuantas veces tienes que pasar delante de alguien o de algo para considerarlo familiar, cercano, incluso que esta hecho para ti.
Yo nunca sentí esta sensación antes de ahora, ahora que estoy en su universo de mariposas y flores, de colores y sonidos, de palabras y ruidos, ahora sé que hay un sitio que parece que esta hecho para hablar, para soñar, para olvidarse de que existen los problemas, para compartir...
Entra despacio, para que el guardián no se dé cuenta, y sonríe al entrar porque cuando estés dentro, te darás cuenta que ya estabas allí, incluso antes de entrar.
Cuando pases de la puerta, y si te repones pronto de la impresión, la descubrirás a ella, la niña estatua, el centro de este universo de lo familiar y lo cercano, de la complicidad, de la amistad.
No dejes que su belleza te asuste, deja que comience a hablar, desde este momento sabrás que es verdad que siempre estuviste allí, que los sueños es cierto que existen. Ella los dibuja, los inmortaliza en sus muebles, mil sueños en una silla, mil deseos en la cómoda.
Pero eso sí, en este universo tienes que escuchar para descubrir, tienes que mirar para recibir y tienes que abrazar para comprender.
Si, querido amigo yo estuve allí, o quizás solo lo soñé, pero si es así me gustaría que de vez en cuando este sueño tan agradable, tan cercano, tan familiar volviera a mí y volver a sonreír al guardián y tocar, abrazar y escuchar a la niña estatua.
“Una cosa diré, nunca dejes de hacer lo que tu corazón te dice”, así se despidió la niña estatua, cuando se desvaneció ante mis ojos. ¿Fue un sueño? No lo sé, pero todavía tengo su tacto en mi mano, su risa en mi cabeza, y su amistad y cariño en mi corazón.
Cuenta la leyenda…que Jane Allaire pasa siempre por delante de Louvre, para mirar desde una ventana la “Victoria de Samotracia”, lo que ella siempre quiso ser, una niña estatua , y permanecer inmóvil y ajena a todo y todos…aunque después va al barrio latino a bailar salsa…la paradoja de la estatua bailarina…
Cuenta la leyenda…que existe una cómoda en una casa de Francia, diseñada por Jane Allaire, que dentro de uno de sus cajones tiene estos párrafos que has leído, escritos de la misma mano de Tomochu…pincel contra madera…
Cuenta la leyenda…que la persona que posea esa cómoda podrá disfrutar el resto de su vida de unos sueños placenteros y del amor eterno al lado de la persona amada…
La última vez que el Sr. Tomochu vió esa cómoda iba camino de una tienda de Honfleur, no sé si esta historia es cierta…sólo sé que mi amigo Kenzo me la contó una noche después de compartir alguna botella de vino…
Si esta historia fuera cierta ¿Te gustaría poseer esta cómoda?
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